10 de la mañana, suena el despertador, todo ha sido un sueño… No, que cojones. A jugar…joder que putada. Me miré al espejo y mientras me miraba la cara, me dije, después de la charla que les metí a todos anoche no puedo faltar, mientras iba haciendo la bolsa de nuevo volví a sentirme futbolista, de nuevo volvía notar cómo me burbujeaba la sangre a 100 grados y me temblaban las manos de la rabia que habíamos atesorado, joder parecía como si me hubieran estado arengando mientras dormía. Seguro que soñé con la casaca gualda del CDP.
El encuentro con Gavilán después de la noche fue, de lo más grande y emotivo, al verle comprendí que ambos estábamos igual de enchufados, habíamos dormido 4 horas y aún así, ahí estábamos los dos, tal y como dijimos, todavía quedaban hombres de ley.
Tratamos de ir concentrados en el bus hacia Torrejón, pero algunos habían dormido menos incluso que nosotros, haciendo cuentas éramos solo diez jugadores, y aunque la tragedia empezaba a desmenuzarse entre los dientes nos quedaba la fe, la fe de un loco cualquiera, la del 12-1 a Malta, la de aquella vez que “el Tibu”, Edu,”Fito” y yo ganamos un partido decisivo en infantiles (Siendo 4 contra 9 y granizando) que posteriormente nos ayudaría para conseguir el título…
Cuando estábamos entrando a la localidad de Torrejón vimos un coche descapotable siguiendo al autobús, no podía ser, …era…Si, era la Keka con uno de sus disparatados amigos, de pie sobre aquel descapotable nos arengaba y animaba como una posesa, eso comenzó a cambiar el ambiente del bus, las caras largas de dormidos se tornaron alegres y las risas inundaron el autobús con comentarios y bromas que animaron al grupo. Fuera de la mera anécdota Gavilan y yo entendimos que si la Keka había cambiado la hora del Vermú por ver al CDP quizás algo estuviéramos haciendo bien, por fín el incondicional Chapas (padre) que no se perdía ni un partido tendría compañía en la grada.
Mañana el desenlace.